El Rincon de Juan The Wine Bar

He conocido este sitio por la aplicación el tenedor, ya que buscaba un sitio donde canjear mis yums. Lo bueno de este tipo de aplicaciones es que conoces sitios donde no irías por propia iniciativa y a veces te sorprende para bien, como en este caso. El rincón de Juan se encuentra en el centro de La linea de la Concepción, en una calle llena de restaurantes. Tiene salón interior con pocas mesas, pero acogedor, donde me sorprendió que el baño estuviese camuflado en una pared botellero y dentro tenían hilo musical con chistes de chiquito de la calzada. Pedimos de entrante tapa de ensaladilla, y dos panes bao uno de langostino y otro de atún mackintosh, que estaban buenísimos, sin duda lo mejor fueron los rolls de umai maki, que estaban espectaculares. También pedimos burguer frita, pero aunque estaba buena, la carne nos resultó insípida. La atención a cargo de Rocio fue muy amable y rápida. Tiene buena carta de vinos. El precio de los platos es correcto.

Muy recomendable: la comida riquísima, el servicio muy atento y buena relación calidad-precio. a destacar: la ensaladilla MacKintosh, el tartar de atún y la tarta de queso... muy ricas también las albóndigas de atún y la tarta de huesito. Pasamos de casualidad pero si volvemos por La Línea, repetiremos.

Fui a cenar con mi pareja y fue todo muy bien. Servicio muy amable. Comida buenísima y rápida. Al terminar la cena nos invitaron a un chupito. La cuenta para 2 fue de casi 73€ pero porque nosotros somos de comer bastante, merece mucho la pena.

Visite este lugar con mis padres y he de definir la experiencia como extraña. Para empezar, el sobrenombre del local es “The wine bar”, pues bien, pedimos vino blanco porque se sirve mas fresco, y ya hace calor y, para nuestra sorpresa, no tienen ni Godello, Albariño o Rías Baixas, de Txacoli ni pensarlo. Solo nos ofrecieron Rueda, Verdejo y semidulce. La carta es algo rara, tienen chacinas, quesos, patés y revueltos, cosa lógica en este tipo de local pero, también hay un montón de hamburguesas, niguiri y sushi. Tienen varios “fuera de carta” pero hay que ir a verlos a una televisión que tienen frente a la barra en la que hay un video promocional del local y tras un rato esperando te salen unos segundos, a mi no medió tiempo a leerlo todo, con lo que tienes que esperar a que salga otra vez y hacer una foto. Entre los fuera de carta hay uno que me llamó la atención “Volcán de albóndigas de atún”, pues bien, lo de volcán es por la forma del plato, quizás yo fui poco imaginativo. Otro día quizás tengan fuera de carta “Volcán de carne en salsa” o “Volcán de croquetas”. No considero lógico definir una preparación por el recipiente en el que se sirve. Para terminar nos pedimos la tarta de queso y el carpaccio de piña que, ambos, estaban riquísimos. En resumen, he calificado de extraña la experiencia, quizás por encasillar la oferta que suele haber en locales de este tipo, que podíamos considerar Vinoteca, tendré que abrir más mi mente.

Comida muy buena calidad, no tardo mucho en hacerse solo lo normal y tanto como lo que comimos y el trato de los camareros de lujo, uno de ellos nos ayudó bastante a la hora de elegir la comida y acertó de lleno su nombre es Josias (sin desprestigiar a sus compañeros que nos trataron también fenomenal y estuvieron muy atentos y por ello dejamos propina más que merecida)